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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

31 de mayo de 2015

Huellas- Omar Carrero Araque


Les comparto un escrito de nuestro gran amigo y colaborador, el profesor Omar Carrero. El que ha ido al Llano y apreciado su inmensidad y energía, podrá revivir en cada palabra de estos versos la emoción  de estar en ese territorio.


No se retorna del llano sin recordaciones!



La perspectiva que se tiene de los 360º de ese vasto redondel cubierto de tierras alisadas, libres de colinas y cerros, sacude no sólo a la vista sino también al espíritu. Quien haya puesto su planta en las sabanas de ese llano auténtico, sin duda que ha cobrado en reciprocidad una marca indeleble, pues en su alma, por siempre, se guardarán las….



HUELLAS
Omar Carrero Araque
Baquiano, 2014



Del imponente paño de sabana que cubre al Cajón de Arauca, desandado por Florentino y engrandecido en el canto loyolero.


De la grandeza del estero, centro de reunión de las aguas y de revuelos multicolores, dentro de un paisaje reflejado de manera inversa en la lámina luciente.


De los hileros, que en el aniego,  entrelazan en atajos las aguas del Arauca y del Apure.


De una prosa y una versación cundidas de llanería, nacidas de la convivencia con las faenas del hato y de la alianza con el entorno.


De los ruidos que rompen la calma nocturnal como el desafiante mugir del cachalero, el retumbo del trueno octubreño o el reclamo del carrao  en tono lastimero.


Del caballo y la soga, la silla y el mandador, la carpeta y la espuela,   esencia  del trabajo de llano de otros tiempos, vivientes en el ah malaya de los llaneros que fueron.


Del corral, el botalón y el tranquero, inventivas del vaquero para el manejo de los rebaños, cuyos quehaceres trocaron en musa.


Del mastranto, el espinito y el estoraque que con efluvios desbordan la  anchura de bienolientes pulsaciones.


Del corozo y la mapora, columnas vegetales que desde su arraigo en el banco o en el bajial, esquinan con la verde horizontalidad.

 Esas huellas que describe el profesor Carrero, están en el alma  de todo el que se ha compenetrado con el Llano, pues en esas sencillas palabras está contenida la inmensidad de una tierra que  se introduce para siempre en la mente y sentimiento. del llanero de nacimiento y del llanero de corazón.


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